Helio fue considerado en la Antigua Grecia el dios del Sol. Fue ante todo un servidor de Zeus, todos los día emprendía para él una carrera el el cielo, precedido por la Aurora. Aparecía cada mañana por el oriente montado en su carro de fuego, del cual tiraban caballos luminosos, con aureolas en sus cabezas con rayos de oro. Recorría así pues el cielo hasta toparse con el océano al caer la tarde, allí sus caballos procedían a bañarse. Durante las noches su recorrido era a bordo de una barca por el océano que rodeaba el mundo. Se decía que todo lo que ocurría en el universo era vislumbrado por él, dotándole el poder de ver algunos sucesos mitológicos como los adulterios de Afrodita o el rapto de Perséfone.
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